jueves, 28 de diciembre de 2006

PLANING

Te espero. Verdad incontenible,

abrázame, no escapes nunca,

no huyas, aunque sólo seas

palabra hecha de sombras.

Verdad engañosa, te entrego

la ruina de mis certidumbres

y que nunca más

ninguna otra respuesta

contenga la grave soledad

del conocimiento inexpresable.

Sólo anhelo palabras sencillas

y un espíritu mundano,

que no ahogue su melancolía

en el ardiente resplandor de la lluvia.

Anhelo que el otoño

esparza sus hojas

cubriendo todos los veranos

de la memoria.

Anhelo el olvido del invierno,

el tranquilo renacer de la primavera

y… que finalmente la pasión

se resuelva en realidad

y no en deseo, al despertar

del sueño profundo del estío.

jueves, 21 de diciembre de 2006

LA RAZÓN POÉTICA


María Zambrano transitó el camino último de la fenomenología, pretendía reavivar la conciencia de la estancia simultánea del hombre en sus tiempos múltiples, en palabras de Chantal Maillard. Y esto lo consiguió en su obra mediante el método de la “razón-poética”. La existencia a través de la temporalidad, del “ser-ahí”, exige también un lugar, en María Zambrano, de origen ignoto, simbólico y sagrado.

Fue Ortega quien escribió: Seamos en perfección lo que imperfectamente somos por naturaleza. Si sabemos mirarla, la realidad nos enseñará su defecto y su norma, su pecado y su deber. En estas palabras podemos deducir sin mayor dificultad que para Ortega la realidad es objeto observable, y es el individuo el que sabe o no sabe observarla. Sin embargo María Zambrano no mira la realidad de la misma manera que Ortega – que la nombra situado en la vertiente kantiana- y para ella: todo puede suceder, porque nadie sabe nada, porque la realidad rebasa siempre lo que sabemos de ella. El saber de la realidad queda negado porque la realidad no “está ahí”, todo lo contrario, es materia intrínseca propia de los sueños o de las “esperanzas”. La esperanza, en Zambrano, es un sentimiento humano necesario del individuo que explica el origen de las creencias. Hemos de entender que a “esperanza” debe unírsele “desesperanza”, pues un sentimiento contiene inexorablemente el opuesto. Este sentimiento puede crear una realidad que no sea real, esto es, que no sea “verdad” (alétheia), pero que le encamine a la búsqueda de ella.

Nietzsche definiría el reino de los cielos como un estado del corazón. La experiencia divina según el filósofo alemán es esencialmente “íntima”. Esta intimidad sagrada que se manifiesta en esperanza, resulta verificada al desechar el sentimiento de temor primigenio: la esperanza rescatada de la fatalidad es la libertad verdadera, realizada, viviente. María Zambrano nos define la necesidad de trascendencia del hombre como un estado de padecimiento que posee una doble dimensión: el propio padecimiento sagrado y la ausencia de su propio padecer transformado en cualquier forma de obsesión. En definitiva, sólo le queda la “esperanza del misterio” para librarse de la angustia de su circunstancia. María Zambrano niega el “cogito ergo sum”, se opone taxativamente a Descartes para construir una definición de la “razón-pasión” como explicación del “sujeto viviente”. Esta “razón-pasión” es verdaderamente la “razón-poética”, el “logos sumergido”: razón amplia y total, razón poética que es, al par, metafísica y religiosa. Encontrar una razón que integre en ella su crítica permanente es un paso certero, según Zambrano, para acercarse a esa razón total, razón construida sobre los cimientos de un “relativismo positivo” aunque no escéptico. En palabras de Chantal Maillard: La razón-poética es […] un método mediante el que se trata de descubrir el “ser” […] del hombre mediante el contacto íntimo de su acción reflexiva con las circunstancias, en principio ajenas al pensar, que conforman la vida. Por tanto, el método de la razón-poética explica algo que le es inherente al sujeto y que se funda en su necesidad de autoconocimiento, de construcción de sí mismo, tarea creadora capaz de instalar los medios para el descubrimiento del misterio que rige su total existir.

¿Cuál es la razón de la poesía? Sólo hay una razón, que podríamos denominar “irracional”, y ésta es la razón del amor. Esta razón de amor del poeta no selecciona, no distingue, por fidelidad a lo amado. Esta palabra camina perdida, sin rumbo, en una amplia sensación de voluntad originaria que no desea hallar el misterio que se le plantea en su camino, porque goza en ese Todo cuya verdad desconoce, goza de ese desconocimiento que le hace ser la razón y el fundamento del misterio del que participa. El filósofo persigue una verdad que se le escapa en cada paso que inicie, al querer precisar la realidad ésta le rebasa en el instante de creación de un lenguaje engendrado en la consciencia. El poeta, que se debe a lo dado, sin pretensión de asimilar racionalmente su sentido, continua su tránsito desorientado, casi en éxtasis místico, y sin embargo no se escapa nunca de la razón, porque para él, esa fidelidad con el origen de todo cuanto le es dado, constituye su raíz y, por tanto, su razón.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Experiencia

A Jaime Gil de Biedma

El llegar puede hacerse muy lento,

y nosotros caminamos con una intensidad

que nos disuelve.

No sabremos esperar a las horas decaídas,

ni tampoco a las horas alentadas por un

falso rumor sagrado. No sabremos esperar.

Nos haremos permanentes mientras algo nos cambie

y el hogar nos irá reconociendo. Pero nunca elegiremos

cambiar cuando siga siendo pronto para hacerlo.

Es dura la llegada y el llegar puede hacerse muy lento.

jueves, 7 de diciembre de 2006

Todo es sueño

Llamamos sueño al acto de dormir y al deseo de dormir. “Tener sueño” no es estar en posesión de él, sino la necesidad de que ese acto se realice, esto es, se convierta en realidad. Así, el misterio comienza al iniciarse el sueño, el cual habitamos casi con la misma frecuencia que la vigilia. Cuando la realidad desaparece llega el sueño, que es la experiencia onírica de esa otra realidad. Una de las cuestiones más difíciles de dilucidar es si el hombre, cuando vive su vida consciente, está viviendo la vida real o todo, vida y sueño, es lo mismo. En un magistral poema Borges escribió: “Sentir que la vigilia es otro sueño / que sueña no soñar y que la muerte / que teme nuestra carne es esa muerte / de cada noche, que se llama sueño”. Será entonces que todas las noches morimos, cotidianamente, será entonces que en la vigilia soñamos que no soñamos. O, como ha expresado este poeta en otras ocasiones: ¿No será que Dios nos sueña a nosotros y nosotros somos también dioses cuando soñamos como Mahâvishnú? ¿Qué ocurrirá cuando Dios despierte de su sueño? No cabe duda de que el tema del sueño es verdaderamente apasionante a la vez que esencial como realidad humana digna de ser estudiada a fondo. Freud dio los primeros pasos y, sin duda, abrió un camino amplio, que trascendió a las artes incluso (con el surrealismo, principalmente). La literatura ha hablado en incontables ocasiones del sueño, en 1635, con “La vida es sueño” Calderón –en unos versos muy conocidos- se pregunta y se responde “¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son.” Estos versos han pasado a formar parte de la cultura popular, por el problema existencial que plantea. Por esas fechas Descartes, creador del “Discurso del Método” confesará: “No encuentro ni un solo criterio para distinguir la vigilia del sueño […] ¿Cómo puedes estar seguro de que tu vida entera no es un sueño?” A esta conclusión llegó el primer filósofo-científico del pensamiento moderno, aquel que dijo “cogito ergo sum”. El pintor español Francisco de Goya era también consciente de la distinción entre sueño/razón. Para Goya la razón, cuando soñaba, producía monstruos. Es decir, que el sueño se rige por la sinrazón, lo fantasmagórico e ilógico. El hombre que sueña puede, por tanto, acabar loco. Ya que el hombre, como señaló Holderlin, es un Dios cuando sueña y un vagabundo cuando reflexiona, así que el sueño nos puede trasladar a cualquier parte, incluso a la “utopía”. En el año 1963 Marthin Luther King dará un discurso por el trabajo y la libertad que comenzará así: “Yo tengo un sueño”. En términos de utopía la imagen del sueño resulta apropiadísima. Tener un sueño es tener algo único, propio del hombre soñante en su mundo interior, que le desvela otra información del mundo. Los artistas, como Goya o Dalí, soñarán sus cuadros. El sueño será un rico caudal de creación, inspirador y buscado. Incluso el sueño puede inspirar poemas, como el “Kubla Khan” de Coleridge. El sueño se presenta de muchas maneras, una de ellas es la pesadilla. Las pesadillas pueden ser horribles, el cine ha dado buena prueba de ello, sólo hemos de recordar aquella película bastante mala llamada “Pesadilla en Elm Street” (Wes Craven,1984), donde a los personajes cuando se quedaban dormidos se les aparecía Fredy Krueger para torturarlos y matarnos de una manera horrible. Y si morían en el sueño morían también en la realidad. Hay sueños que pueden parecer más reales que la vida, hay sueños que pueden incluso interpretarse para aplicarlos a nuestra vida real y conflictos psicológicos. En otra película, interesante a este respecto, la pesadilla es, sin embargo, estar siempre despierto, esto es, padecer un insomnio continuo, me refiero a “El maquinista” (Brad Anderson, 2004). O en otra, “La mujer del cuadro” (F.Lang, 1944), su protagonista despertará al final de la película para comprobar que todo ha sido un sueño. Incluso su muerte. En definitiva, todo es sueño ergo todo es realidad. Qué difícil resulta distinguir una cosa de la otra. ¿Qué es verdad y qué es fantasía, mentira? ¿No es acaso todo verdad? ¿Soñar no es real? Por supuesto que sí. El sueño resuena como metáfora del hombre, el cual sueña su mundo para tratar de mejorarlo. La vida está compuesta de sueños. Lo cantará Machado: “Yo voy soñando caminos / de la tarde. ¡Las colinas / doradas, los verdes pinos, / las polvorientas encinas!... / ¿Adónde el camino irá?”. Saber cómo soñamos nos acerca a saber quiénes somos, descubrir la materia de nuestros sueños equivaldría a desvelar de qué está hecha la materia de la vida. Pues como escribió Sor Juana Inés de la Cruz: “El sueño todo, en fin, lo poseía; / todo, en fin, el silencio lo ocupaba”. Todo le pertenece al sueño, incluso este artículo, que tú, lector inquieto, acabas de soñar.

   

lunes, 4 de diciembre de 2006

LA FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD (Microensayo)



Podría decirse que la personalidad nos capacita, en cierto modo, para ser quien somos. Aunque una personalidad puede ser consciente o inconsciente, visible por el sujeto y por el mundo. La personalidad es advertida, percibida, como manifestación humana rígidamente clausurada.

La personalidad se dispone en el sujeto y lo conforma como ente simbolizado. La personalidad requiere de cierta inconsciencia por parte del sujeto al desarrollarla, motivándole como una especie de virtud natural -o carácter- que le confiere su significado.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Canto a la nada

INTENTA mirar lo más directamente que puedas a la nada,

Vigila tu golpe de vida, como suerte a la que te abrazas, eterno,

Despertando en un mausoleo de emociones, rozando tu piel

La húmeda herida del fracaso.

NO has perdido el sueño, no queda la ciudad,

Y muere desolada en su silencio la palabra

Dicha antes del juicio.

INTENTA mirar a la gente lo más profundamente que puedas,

Verás rostros entre la ceniza del dolor, más allá de sus máscaras,

Palpitando vida y alucinaciones. Verás las páginas del libro

Tan vacías como las miradas, como el vientre caótico de las banderas,

Colores de miseria, muerte musicada que algunos escuchan

Silenciosos, con la digna mano en el pecho.

VENCER, vencer es el camino.

Nada más que una voz cantando tu nombre,

Palabras de victoria, entre la esperanza.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Rosa

El amor es una rosa cuya emoción tratamos de repetir en su ausencia queriendo hacerla real pensando en ella, la necesidad de conquistar su olor, su forma, su belleza, es lo que nos lleva a reconstruir en la memoria una sensación cuya intensidad se eleva al impulso y placer que la motivó. Esa búsqueda quimérica conforma el espíritu romántico del individuo según la capacidad de idealización de una sensación que está ausente y sólo tenemos como instrumentos de restauración la memoria y la experiencia para reconocerla, darle forma y vida dentro de nosotros mismos. Cada uno recrea la visión de su propia rosa y la emoción que ante ese encuentro produjo el placer y el sentimiento de no dejar de olerla.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Vida fugaz

Pasa el tiempo y te consume,

lento, sin prisa, pero implacable.

Al cabo de los años, sólo un par, tal vez,

te observas al espejo y te sorprende

mirar a otra persona, otro rostro

un poco más amargo, de mirada

más lejana y menos viva.

Al cabo de los años descubres

que has cambiado,

que el tiempo no perdona

y que tu vida está más cerca

de la muerte.

Fuiste joven, lo sabes,

pero ahora todo se apaga,

va pasando el día,

y mañana otra vez el espejo

te devolverá la derrota

de tu rostro envejecido.

Pasa el tiempo y te consume,

lento, sin prisa, pero implacable.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Reloj callado


No te conozco, Tiempo,

en la noche o en el día

pasas y me dejas.

Tempranamente te desconozco

y se hace tarde el pensamiento.

LA LIBERTAD FRACASADA


La Historia nos sobrepasa, en sus sentidos y en sus sinsentidos. Un cambio de rumbo en la filosofía o en la ciencia, en definitiva, en las teorías del conocimiento, atestigua el progreso intelectual, que a través de un individuo, se confirma como la superación del propio ser contemporáneo. La ‘Teoría de la relatividad’ de Einstein marca un antes y después, no sólo en la ciencia sino en nuestra manera de concebir el mundo, por tanto, el progreso individual cristaliza, deviene, en progreso humano universal.

Pero también están los sinsentidos, que individualizados, por ejemplo en la figura de Hitler, se expanden por todo un pueblo y lo significan en tanto que neutralizan su valor individual para globalizarlo en un pensamiento único totalitario: no fue solamente Hitler quien asesinó a seis millones de personas sino todo un pueblo que, en su mayor parte, creía en lo que hacía, incluso con más vehemencia que el propio ‘führer’ o guía. O en el caso del otro gran asesino de la Historia, Stalin, el argumento fue parecido, responsable de otros tantos muchos millones más, llevó a un pueblo a la demencia bajo el lema comunista. Los sinsentidos pertenecen al hombre como los sentidos, la libertad, la conciencia al menos de ella, de todo un pueblo, fundada con la Revolución Francesa, abre las puertas del bien y del mal hasta extremos insospechados.

La esencia misma de la ciencia, como apuntaría Feyerabend, es esencialmente anarquista, por eso Galileo se toparía con la Iglesia, como Copérnico, Darwin y muchos otros. La ciencia descubre lo que está ahí e inventa lo que puede estar ahí, dotada de un impulso reformador a medida que nuestra capacidad de conocer se amplía. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, (Juan 8:32).

El impulso inconformista ha generado nuestra conciencia de libertad y, en relación causa-efecto, la conciencia de libertad ha ido regenerado los impulsos inconformistas del hombre. El ser humano se ha dado a sí mismo la medida de su libertad, inconsciente de ello, la masa dominada se domina así misma en su organización social, libre e impuesta al mismo tiempo. Pero el deseo de adquirir libertades gana al deseo de imponerse las cadenas. Ya lo escribió Chaucer: “Prohibidnos algo, y lo desearemos”.

Sin embargo las cadenas a veces han sido auto-impuestas. “¡Vivan las caenas!”, reclamaba una parte del pueblo español en 1814 pidiendo la vuelta del absolutista Fernando VII. El miedo a la libertad, parafraseando a Erich Frömm, simboliza el problema radical al que el hombre moderno se enfrenta, que necesita no verse subordinado por el propio sistema, que bajo el sistema democrático asegura esa realidad utópica de la libertad individual materializada en su consecuencia más significativa: el derecho a votar, y por tanto, a elegir, por sí mismo, su destino histórico. No obstante observamos que la participación activa del hombre no es real, sino una entelequia, un “abuso de la estadística”. La soledad y el sentimiento de impotencia, a veces inconsciente, otras consciente (como en el caso del intelectual o de quien, simplemente piense críticamente sobre sí mismo y su mundo) que subyace en el individuo bajo estos cauces contradictorios de la libertad humana, que trata de fijarse en parámetros sociales globales, sea, posiblemente, el emblema de nuestra posmodernidad, que fija figuras sin rostro, multitudes donde la identidad no existe, oculta bajo la masa: única identidad elegida para que decida.

Son muchas las libertades que se nos otorgan (de expresión, de prensa, de derecho, de religión…) y muchas las que se nos imponen. “Como tengo libertad tengo la obligación de hacer algo, siempre que entre dentro de lo permitido y consensuado por el sistema.”, me diré a mi mismo. La libertad pactada es una obligación, en la televisión todos opinan, porque son libres para ello, porque disfrutan de ese derecho legítimo que les hace ser individuos, aunque, en la mayoría de los casos, esas opiniones solamente respondan a modelos repetitivos del discurso oral culturalmente aprendido. La televisión proyecta la falsa imagen de la libertad.

El problema viene desde el principio del verbo, desde que el hombre bíblico es arrojado al libre albedrío. La libertad es una responsabilidad ética y moral del individuo de la que difícilmente puede escapar, aunque quiera. El intelectual se constituye en un proceso de responsabilidades frente a la opinión pública. Zola dirá “Yo acuso” pues, como antes diría Schiller, la esencia del hombre es ser libre, y no sólo para crear, “arte por el arte”, sino como obligación moral. El hombre, formante de la multitud, tiene la capacidad de gritar ante la angustia que le produce su destino histórico. Sólo hemos de observar la pintura de Munch para comprender que el hombre se cansa a veces de ser hombre.

Sartre no recogió su Premio Nobel porque estaba, equivocado o no, comprometido con su ideas, prefijadas por la responsabilidad intelectual de la que se hizo cargo, aceptando la opción del hombre libre que no teme a su libertad.

Podemos decir, por tanto, que somos libres, o podemos decir que somos esclavos: que nuestra capacidad de elegir es abstracta y vaga, como lo es nuestra capacidad histórica de vencer el miedo a la libertad.

martes, 14 de noviembre de 2006

Incomprensión (3 variaciones de un mismo instante)


I
Noche que amanece
-la luna todavía-
los pájaros no cantan
porque estoy solo.

II
Amanece, la luna persiste,
hay lágrimas de sueño en mis
ojos. No estoy triste, amanezco,
pero estoy solo.

III
La pálida luna de la noche
todavía no se esconde
cuando amanece. Y yo
estoy triste. Hoy
no amanezco.
Lloro, solamente.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Capitalismo


Leer a Benjamin me conduce a un especial placer en las horas intempestivas que preceden al sueño de la noche. Las lecturas de madrugada casi siempre resultan tentadoras. La prosa de Benjamin encarna lo más puramente poético en el decir instantáneo de las cosas, cifrándolas en un devenir de tesis, síntesis y antítesis oportuno y relevante. Mediador de contextos necesarios de aclarar a la hora de establecer una comprensión adecuada del fenómeno que nos propone analizar, mediante pinceladas y soberbias relaciones de elementos atractivos para un estudio histórico-filosófico cualquier tema es susceptible de convertirse en panorámica a través del mirar benjaminiano, como, por ejemplo, la llegada de la modernidad en el siglo XIX, desde el centro mismo de todo este cosmos: París. En su genial texto “París, capital del siglo XIX” aparece desplegado todo ese pensamiento, casi como borrado en el tiempo, tal que si hubiera sido recompuesto por un especialista a partir de fragmentos encontrados.

“Todo deviene en mercancía”, diría poéticamente Baudelaire expresando lo que hubo de manifestar Kart Marx: “La condición de lo moderno es mercancía”. Puesto que todo sentido es histórico, según Marx, la historia de lo moderno simboliza su sentido en la mercancía. En el siglo XIX, con la Revolución Industrial, asistimos históricamente a una gran eclosión, nace la fotografía, la locomotora y el uso del hierro como principio constructivo. Los grandes pasajes del XIX están coronados por una gran cúpula de cristal, los locales y las viviendas conviven en ese microcosmos que parece recordar a las utopías de Fourier.

En el texto de Benjamin aprendemos estas cosas, desde su complejidad llegamos a abordar, finalmente, la cuestión central: la formación del capitalismo. Esa especie de futurismo, que literariamente formularon Marinetti y otros, tuvo en el XIX un despliegue sensacional, sólo hemos de pensar en las locomotoras, la construcción de las máquinas, los nuevos medios de producción, los inacabables raíles de hierro de las locomotoras, el uso de vidrio como material de construcción. La “Arquitectura de cristal” de Scheebart, como nos sugiere Benjamin, “aparece en contextos de utopía”.

Pero ante el creciente desarrollo de la economía mundial, predicho por Saint-Simon y luego por los saintsimonianos, está la lucha de clases. No es de extrañar que durante las Exposiciones Universales, lugar que sirvió para la “entronización de la mercancía”, las delegaciones de obreros francesas defendieran sus intereses propiciando la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores de Marx.

Las Exposiciones Universales son el marco donde la mercancía adquiere un estatuto. El objeto, inorgánico, adquiere un sex-appeal, se vuelve fetiche, tanto en la moda como también en el arte. El dandi colecciona objetos y se disfraza, se maquilla de artificios, con el fin de mostrarse. Lo decorativo imprime una razón de ser, una identidad, y así llegamos a la, definida por Benjamin, “fantasmagoría de la cultura capitalista”.

Frente a la inmensidad de las Exposiciones Universales y dentro de ellas tenemos al hombre, al individuo, esto es, al hombre privado: el burgués. El último rey del Estado francés fue un burgués que servía a los burgueses. Luis Felipe será el prototipo de hombre privado que lleva los negocios de la burguesía. El hombre privado, dirá Benjamin, se proyecta en el interior, en su casa y en su oficina, logrando así su ansiado individualismo. El modernismo contribuirá a extremar la identidad mediante la decoración, tan importante, de interiores. El interior es donde el arte se refugia y también el individuo. El individuo deja sus huellas en el interior, y como veremos en las novelas detectivescas, a partir de Poe, el hombre privado, el burgués, será descubierto a través de las huellas que ha ido dejando. El burgués es el criminal en los relatos detectivescos y deja demasiadas huellas.

Para el hombre privado “su salón es una platea en el centro del mundo”. En nuestro tiempo, con la televisión, ese salón se convierte con más fuerza en centro neurálgico del mundo del hombre. La historia nos va dando el sentido. Nosotros solamente lo recomponemos, armamos el puzzle, como en el texto de Walter Benjamin. Posiblemente esta historia explique nuestro presente. Posiblemente dar con él sea como salir un poco de la caverna, pero inevitable será volver atrás, para no cegarnos, desconociendo de nosotros la imagen que el mundo implica que proyectemos. Porque salir del sistema equivale a dejar la caverna, a perder una identidad, pues no la veremos proyectada. Pero, como escribiera Borges: “¿Quién serás esta noche en el oscuro / sueño, del otro lado de su muro?”. Alguien y nadie. Posiblemente todos si ese sueño es el de la Historia, que a los ojos del profundo mirar, como el de Benjamin, promete ser iluminador, pero sin llegar a cegarnos.

Artículo publicado en el periódico 'El Pueblo de Albacete' el jueves 26 de octubre de 2006.
José Manuel Martínez Sánchez

domingo, 5 de noviembre de 2006

Acerca de recitar un poema

Al recitar el poema estamos inevitablemente interpretándolo. Nuestra personal entonación dirige el destino de la voz intentando desvelar el alma insonora de las letras del poema. Al recitar el poema interpretamos emitiendo una recepción semántico-acústica personal de la verdad del mismo. Si deseamos ser honestos con el emisor real del poema nuestra tarea como recitadores no debería ser más que una mera trascripción sonora de los fonemas que componen el texto. Si deseamos, por el contrario, dotar de mayor significación al poema la lectura afectada del mismo contribuye a ello, construyendo oralmente esa unidad idiomática-artística que llamamos 'poema'.

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Poema de amor

Podría escribir los versos más tristes esta noche, escribir,

por ejemplo, que mi vida sin ti ya no tiene sentido,

que fue un sueño nuestro amor y nuestra existencia.


Podría escribir que tu mirada hablaba desde lo secreto,

que el deseo apenas soportaba la espera, que una caricia

fue el principio del fin: pasión creciendo hacia su cima.


Pero podría también no escribir, dejar que las huellas

se disiparan en el tiempo y que jamás se supiera lo terrible.


Podría no escribir que vinieras y te fueras dulcemente,

desde el ocaso en que era plenitud tu presencia.


Podría no describir lo infinito de un beso en la madrugada,

tu suave tez recorriendo mi cuerpo anhelante, las horas

en que éramos ciega alianza en sagrada comunión.


Podría y no puedo describir ahora lo que se ha tornado

en tristeza de suspiros y en húmeda despedida.


Pudiera y no quiero desvelar la sombra de mis aspiraciones,

la exacta estela de tus brumas, las lágrimas prohibidas del adiós.


Pudiera pero no quiero hablar de ti. Amor.



martes, 17 de octubre de 2006

Del lenguaje

El lenguaje –dicho con sencillez- comienza en el momento en que necesitamos ponernos de acuerdo o manifestar nuestro desacuerdo. Es disparatado pensar que la primera manifestación del lenguaje fuese para preguntar a alguien cómo se llama, porque si se llama, si esa persona ha establecido su identidad con respecto a las demás, ya está utilizando el lenguaje. Lenguaje no es sólo palabra, sino presencia comunicada mediante símbolos que actúan como arquetipos de una imagen previamente representada o potencialmente adquirible. El lenguaje, por tanto, está en nosotros socialmente. Pero ¿hay lenguaje previo, esto es, comunicación interior, si no hay comunicación exterior? Esa es la cuestión inicial, el problema, el germen que ha de ser examinado. La filosofía parte siempre de una idea general y su forma de solucionar problemas -a menudo- es perversa y desleal, tremendamente lógica, insuficiente para analizar lo ilógico de la realidad consensuada, pues la teoría filosófica actúa desde el consenso, por eso, no pretendo establecer ningún método o teoría filosófica sino expresar-levemente partiendo de la comunicación interior redefiniendo lo determinado. Hemos de partir de Heidegger para creer que el lenguaje no es posibilidad humana sino hecho radical-necesario para definir al ser. Pero ¿cómo se define? Solamente, y esta es la respuesta más nihilista y posiblemente adecuada, por sí mismo. Siendo lo que es, hablando de sí en su silencio metatextual. Aquel que físicamente, por sus intrínsecas y extrínsecas connotaciones, resulta de su pureza, natural y codificada, un hecho físico-intelectual inabordable.

viernes, 6 de octubre de 2006

Poeta

Solamente quieres cantar lo perdido para ser dueño

de tu trascendencia. Cierras el libro, como la puerta

que te lleva al ocaso de las estancias paralelas.


Infinito sentir: luz, oscuridad y niebla.

Infinito morir del tiempo que no muere.

Puedes sufrir la palabra y el silencio,

puedes decir que muere el día,

que la noche se apresura,

puedes ver las cosas que viven

dentro de las cosas: en la apariencia.


Dormir, soñar, perder lo perdido,

borrar los días incesantemente,

descansar bajo el sol, morir

sobre la noche abismal, sentir

que es otra la tierra que nos acogerá

cuando partamos a ese lugar oculto

que siembra su luz dentro de las cosas.


Sueña el poeta el día y no duerme

cuando es la noche su manto íntimo,

su profunda invención, su dulce y entretejida

agonía.

miércoles, 4 de octubre de 2006

Sale LA ROSA PROFUNDA , nº3


La revista digital que tengo el placer de dirigir, junto con otros compañeros, salió ayer en la red. Es un número bastante interesante, os recomiendo que paséis por allí: (www.larosaprofunda.com). En breve haremos una presentación-recital en un pub de Murcia, posiblemente en Ítaca, ya diré la fecha.

Este es el sumario:

POESÍA

1. Leopoldo Alas, 2. Matilde Alba Swann, 3. Amado Storni, 4. Arenas, 5. José Ayala Balmaceda, 6. León Berenguel Fenoy, 7. Ed. Expunctor, 8. Eddie (J. Bermúdez), 9. Pepe Hdezbj, 10. José Manuel Martínez Sánchez, 11. Sergio Martínez Sánchez, 12. Jacinto Molero Merino, 13. Manuel Parra Pozuelo, 14. Lucía Plaza, 15. Juan Manuel Sánchez Meroño, 16. María Sivana, 17. Gonzalo Luis Torres Hernández 18. Verde Eléctrico

RELATO

1. Luis Miguel Blázquez Durán: Inexistencia
2. Martín Cid: Noches blancas
3. David Fortea Etxeberria: El Claro de Luna de Frankie y Johny
4. Esteban Gutiérrez Gómez: Trofeos
5. Hank: La terminal
6. Eduardo Licciardi: Noticias desde el paraíso
7. Diego Martínez Barrenechea: Nieva
8. Pedro Pujante Hernández: A la otra orilla
9. Juan Amancio Rodríguez García: Espadazos
10. Juan Manuel Sánchez Meroño: Mi aseo
11. María Sivana: La bestia nocturna
12. Antonio Terrasa Lozano: Maldad y melancolía. Una aproximación eólica a la defenestración del doctor Juan Martín de Montefrías


MISCELÁNEA

1. Mariposa Laberíntica: Salta / Confieso / Viajes
2. Gustavo Martín Garzo: La lluvia y el gorrión
3. Isabel Pisano ENTREVISTA a Thierry Meyssan

MICRORRELATO

1. Arenas: Angustia
2. David Fortea Etxeberria: Mudanza
3. Mónica María Volpini Camerlinckx: La herencia

ENSAYO

1. José A. Jarné: El criminal y la novela negra
2. Marta Delgado Larrodé: Fotografía, ciencia, poder y control: La obra digital de Nancy Burson
3. José Manuel Martínez Sánchez: Mímesis
4. José Eduardo Morales Moreno: Felisberto Hernández y Macedonio Fernández: ventanas de confluencia y divergencia

FOTOGRAFÍA

1. Rogério Oliveira: El minimalismo de la pausa, por Carlos Jesús Escolano García

PINTURA

1. Eloísa García Soriano: Título, por Carlos Jesús Escolano García
2. Antonio Martínez Mengual: Gotas de humanismo, por Carlos Jesús Escolano García
3. María Sivana: La vida invisible de los sentidos, por Juana María García Martínez

CÓMIC

1. Juan José Santiago Martín: No somos ni Romeo ni Julieta


TODOS LOS TEXTOS PUBLICADOS EN 'LA ROSA PROFUNDA' SON INÉDITOS.


martes, 3 de octubre de 2006

Bucólicas


Satisfecho con mi herida

hacia el fin de la tierra

cantaré lamentos, palabras

que se asientan en el monte

bajo el vasto cielo que lo cerca,

siendo él mismo cercado

por la infinita vastedad del universo.

Y así, lamentando, sentiré

el viento en mi pecho,

tendré frío, lloraré

la ausencia tuya

y seguiré teniendo frío,

dando al monte mis lamentos.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

La realidad significante (Microensayo poético)

¿Quién soy? ¿Qué voz guarda silencio

en este instante? Es tu voz, la voz

que nace del ser. Y el ser

escucha otras voces

que mueren

en el aire. Relámpagos brotando de las bocas,

agujas lanzadas al viento de la significación,

almas hechas de letras, vidas frondosas

expuestas al sol del entendimiento.

Una palabra es el abismo

de un sueño que se ilumina

al llegar a la conciencia

de lo que ella, inmóvil,

etérea, por sí misma,

representa.

Una palabra es siempre metáfora,

forzosa relación que el hombre establece

entre dos imágenes: el signo y la realidad significada.

Una palabra es voz callada de lo visible

y de lo invisible,

desvelamiento del símbolo que lo real siempre esconde.

Aunque pueda ser visto.

Puedo ver el cielo, pero sin la palabra

no podría darle un nombre.

No podría llevar el cielo conmigo,

en mi memoria.

Pleno de identidad

en el sonido que lo evoca.

Muchas veces sería mejor desconocer ciertas palabras

como muerte, sed, dolor o hambre. De todas maneras

sería imposible evitarlas aunque no fuéramos verbalmente

concientes de ellas.

Porque en el principio no fue la palabra sino el llanto,

la rabia, la intensa rabia que causa no poder comunicar lo que se siente.

sábado, 16 de septiembre de 2006

11-S

Ya han pasado cinco años desde aquella terrible tragedia que llenó de aire negro las calles de Manhattan y del mundo entero a través de las televisiones. Todo comenzó a las 8.46 h, cuando el vuelo 11 de American Airlines irrumpió estruendosamente en los pisos 94 a 98 de la torre Norte del World Trade Center. El país más seguro del mundo quedó puesto en evidencia ante un atentado que convirtió uno de sus grandes emblemas, las Torres Gemelas, en una inmensa nube de humo. Ese emblema representaba los ideales del sistema de vida americano, proyectado también en el resto del mundo. La primera potencia del Planeta, durante una hora y cuarenta cinco minutos, tiempo que transcurrió desde el primer impacto hasta la caída de la segunda torre, se vio sumida en el caos y en el terror, en el miedo y en la desesperación de no saber qué estaba ocurriendo.

Ese miedo es el que se ha mantenido y se sigue manteniendo todavía hoy como impulso que guía a un país en un destino común, con un antes y un después del 11 de septiembre de 2001. Y la razón es evidente, como ha señalado Mario Vargas Llosa: “el mundo es ahora, gracias a ellos [a los terroristas del 11-S], menos seguro y menos libre”. Esa es una de las conclusiones que sacamos de aquel terrible atentado contra los derechos y libertades de los ciudadanos. Y no cabe duda de que esa razón, la del miedo, fue suficiente para convencer a un pueblo de ir hacia una guerra. Si a un pueblo le aseguran que van a la guerra en defensa de sus libertades nadie se va a oponer a ello pues iría en contra de su propio pueblo.

El terrorismo islámico consiguió sus objetivos, esto es, provocar el terror. Y sigue siendo la gran amenaza del siglo XXI. Pues ya no sólo cuenta lo que ha pasado sino lo que puede llegar a pasar. Con el 11-S se ha visto que todo es posible, pues lo sucedido excedió los límites de lo imaginable. Mientras exista un Mohamed Atta dispuesto a entregar su vida a Alá cualquier cosa puede ocurrir. ¿Cómo luchar ante esto?

La guerra de Irak ha sido una de las respuestas que el pueblo americano, guiado por G.W. Bush, ha dado en defensa de sí mismo buscando un enemigo que aparentemente era invisible. ¿Pues, quién es el enemigo? Además de Ben Laden, desaparecido todavía, el enemigo puede estar en cualquier parte, en tu propio país. El integrista islámico puede surgir de la nada y coger un avión en cualquier momento. El Gobierno de EE.UU sabe, como explicó Michael Moore, que el argumento del miedo es suficiente para embarcar a un pueblo a una guerra. Pero las guerras de ahora ya no son como las de antes, como apunta Umberto Eco: “La guerra no enfrenta a dos patrias. Pone en competencia infinitos poderes”. E intereses, añado yo. Y así es, el mundo resulta dividido en dos. Y algunos países, conscientes de ello, hablan de sus armas nucleares, como Irán, para dejar claro que ellos también tienen “infinitos poderes”.

La guerra de Irak no ha servido para acabar con el terrorismo. El miedo continúa. Madrid (11-M: 192 muertos) y Londres (7-J: 56 muertos), por poner ejemplos cercanos, también han sido víctimas del terror fundamentalista.

El terror causado por los integristas sí que tiene un objetivo claro: las sociedades libres y democráticas. En definitiva, aquellas que no están del lado de una mentalidad más propia de la Edad Media que del siglo XXI. Sin embargo en España seguirá habiendo mezquitas al igual que seguirá habiendo iglesias, precisamente porque en Occidente hay libertad de culto, porque eso es lo que debe tener toda sociedad libre. Los únicos que no tienen cabida en una sociedad libre son los que atentan contra ella, los que se inmolan contra la democracia desde la ceguera del fanatismo. Y contra aquellos, desde la legalidad y la justicia, es contra los que hay que luchar, esos son los enemigos verdaderos. Por eso no hay que confundir ni meter a todos en un mismo saco. El escritor Juan Goytisolo, casi proféticamente, ya apuntaba esto solamente dos semanas después del 11 de septiembre de 2001: “¿podemos confiar en que aquellos [los responsables del 11-S] han sido correctamente identificados y no se golpeará a ciegas a Estados, poblaciones y personas ajenas a los hechos?” Y esa es precisamente una de las claves. Y no hay nada más inhumano y maquiavélico que aprovecharse del miedo y del dolor de un pueblo para llevar a cabo una guerra basada en otro tipo de intereses que no responden a mitigar el verdadero problema. Aquellos que murieron en las Torres Gemelas, en los trenes de Madrid o en el metro de Londres representaban a todas las razas y religiones, pero todas ellas eran inocentes. Víctimas del fundamentalismo. En estos momentos de desorientación, indica Umberto Eco, “nadie sabe de qué lado está”. Por eso los países amenazados de Occidente tienen que cuidarse de no librar su Guerra Santa particular, fomentando más odio, rencor y daños colaterales y, por el contrario, luchar desde el análisis, la prudencia, la crítica, y también desde la autocrítica, difundiendo los mismos valores de libertad y derechos que reclaman para ellos mismos, para evitar que tragedias como las del 11-S no se vuelvan a repetir.

jueves, 31 de agosto de 2006

Liberalismo y democracia


¿Está destinado el siglo XXI a ser la centuria de la libertad individual? Esta es una pregunta que suelen hacerse los neoliberales europeos, que han surgido con más fuerza después del consabido fracaso de la Constitución Europea. El sociólogo Francis Fukuyama señala que ya a partir de la segunda mitad del siglo XX sucedió lo que él denomina la “Gran Ruptura”, caracterizada por un “desmoronamiento del orden social” y por una cultura de “individualismo intensivo” que acarrea serios problemas en el terreno de las relaciones sociales, lo cual conduce al aislamiento y ruptura de los lazos entre las familias, barrios e incluso naciones.

El liberalismo lucha por la libertad e igualdad individual, y la creación del estado liberal, desde la Ilustración, ha supuesto un esfuerzo más que considerable en el desarrollo de las naciones, pero una cultura de individualismo desenfrenado, señala Fukuyama, convierte la infracción de las normas en la norma; y la objeción a una cultura de liberalismo intenso “es que acaba por verse privada de comunidad”. El problema de una sociedad individualista es, por tanto, que no sabe cómo administrar su libertad y se convierte en asunto necesario la cohesión por medio de valores y normas sociales. Las palabras de Fukuyama son claras: “Una sociedad dedicada a la destrucción constante de normas y reglas en aras de un aumento de la libertad individual de elección se verá cada vez más desorganizada, atomizada, aislada e incapaz de llevar a cabo objetivos y tareas comunes”.

Este es el problema fundamental al que debe enfrentarse el siglo XXI, y que consistirá en la búsqueda de un equilibrio y armonización entre ambos extremos: norma y libertad. Internet es el símbolo, la gran metáfora, que representa nuestra sociedad actual, donde la libertad es absoluta y depende exclusivamente del uso que el usuario haga de ese recurso inagotable de información y servicios. Vivimos en una democracia liberal y de capitalismo de mercado donde es difícil diferenciar a la persona del número y la libertad individual se domestica y “aliena” con la televisión y la publicidad, que esclaviza, creando la necesidad de consumo que una vez satisfecha proporciona la libertad anhelada.

Para Ramón Pérez de Ayala las sociedades occidentales se han organizado sucesivamente en torno a una norma superior a la cual ha quedado supeditado el individuo “como fin en sí mismo”. Así, por orden cronológico, tenemos, la ciudad (Grecia), el Estado (Roma), la Iglesia (Edad Media), la nación (Edad Moderna), el pueblo (período revolucionario). El gran debate, indica Pérez de Ayala, a lo largo de más de veinticinco siglos, no ha cesado en torno a si “la ciudad, el Estado, la Iglesia, la nación y el pueblo han de estar al servicio del individuo o si el individuo ha de estar al servicio de la ciudad, el Estado, la Iglesia, la nación y el pueblo”. Nuestra era, la era democrática-posmoderna, ha de hacerse la misma pregunta.

El liberalismo encarna una generosidad social del poder con respecto al individuo, la sociedad progresa gracias a la libertad individual. Y es frecuente la exhortación al gobierno de “laissez faire, laissez passer”, de dejar pasar y dejar hacer, tanto en los sentidos de tolerancia religiosa y étnica-cultural como en los económicos de libre-comercio y Gobierno limitado, sometido a una Constitución de carácter liberal. Numerosos pensadores han formulado ideas en torno al pensamiento liberal como David Hume, Adan Smith o Montesquieu, llegando a establecerse la famosa división de liberalismo económico y liberalismo social. Para Maquiavelo el príncipe liberal era el generoso, y este era un vicio a evitar. “Un príncipe se debe guardar de ser despreciable y odioso, y la liberalidad le lleva a las dos cosas”. Eran otros tiempos.

El siempre interesante pensador Aquilino Duque hace una distinción entre el pueblo, que ora, la masa, que embiste, y el hombre, que piensa. “El ascenso de las masas al protagonismo de la vida política”, como Ortega apuntó, es, en definitiva, la democracia. Mucha razón llevaba el premio Nobel José Saramago cuando concretó que la democracia es un medio, pero no un fin. Sí, el mejor de los sistemas hasta la fecha pero, no por ello, un sistema perfecto. Pues la democracia, en definitiva, es cuestión de números. En este sentido cabe aludir al maestro Borges, que señalará que la democracia es el abuso de la estadística. Aquilino Duque recuerda con nostalgia la Institución Libre de Enseñanza, donde se enseñaba al hombre, como ser individual, a pensar por sí mismo, así apunta que “la oración y la embestida pueden ser actos colectivos [pero que] el pensamiento es siempre individual”, “para el pueblo la libertad es el derecho a orar, para la masa el derecho a embestir y para el hombre el derecho a pensar […] los hombres de la Institución [Libre de Enseñanza] constituyen una minoría de hombres para los que la libertad es el derecho a pensar”. Pero esto es ya una “ilusión liberal” en la forma en que Croce la abordó, que no deja de ser eso, una ilusión… un espejismo. La idea de la crisis del Humanismo viene de Nietzsche y de Heidegger y todavía ahora, filósofos como Sloterdijk, traen a debate estas cuestiones, que no dejan de ser un problema de minorías, debatido por minorías y que por tanto la democracia, al servicio de la masa, desoye. En este sentido sería interesante la lectura de “El desprecio de la masas” del filósofo citado, o “Masa y poder”, de Canetti. Y por supuesto “La rebelión de las masas”, libro fundacional de este concepto orteguiano. En definitiva, una sociedad masificada y un hombre que reclama su individualismo. ¿El hombre se debe a la sociedad o la sociedad al hombre? ¿O es la masa la que embiste y gobierna arrastrando consigo y callando, de este modo, la voz del extinto individuo, pensante por sí mismo y, condenadamente, para sí mismo, en el silencioso abismo de la minoría aislada que, a duras penas, representa?

lunes, 28 de agosto de 2006

VIVIR SU VIDA



Ella vendió su cuerpo pero nunca su alma. Pese a su juventud poseía una madurez especial, otorgada por la experiencia de la vida. Ella pensaba que el lenguaje representa una trampa, que cuanto más se habla menos quieren decir las palabras. Ella fue al cine a ver “La pasión de Juana de Arco” y terminó, emocionada, con lágrimas en los ojos al terminar la película. Su nombre es Nana, personaje principal de “Vivir su vida”, dirigida por Jean-Luc Godard y otra vez en cartelera, cuarenta y cuatro años después de su estreno, en 1962. Sin embargo esta película no ha envejecido y sospecho que nunca lo hará, porque los clásicos no envejecen.

Está dividida en doce partes en las que se narra cómo Nana vive su vida, cómo se queda sin casa y sin dinero, cómo, ante la necesidad, tiene que dedicarse a la prostitución, aunque ella realmente quiere ser actriz y cómo, a pesar de su deshonroso oficio, ella sigue soñando la vida y buscando respuestas a todos sus misterios. “¿No debería ser el amor lo único verdadero?” pregunta la joven a un filósofo (interpretado por Brice Parain) con el que casualmente coincide en una cafetería. “Sí, pero sería necesario que el amor fuese siempre verdadero”. Contesta el filósofo, casi respondiendo lo mismo que ella ha preguntado, casi, a pesar de su saber y longevidad, sin conocer la respuesta. Buscando la esencialidad de lo inconcreto.

En ciertos momentos tenemos la sensación de que es el destino el que elige por nosotros y en otras ocasiones somos nosotros, quienes sujetos a nuestra libertad, nos vemos obligados a elegir nuestro destino, acaso de una manera angustiosa. La libertad, el miedo a ella, es también en cierto sentido nuestra cárcel, pues toda elección nos condena. En las películas de Godard, salpicadas del más puro existencialismo sartreano, esta idea queda sugerida a menudo. Nana elige ser prostituta y al final esta es su condena. El azar, lo fortuito, es otro elemento esencial en el cine de Godard. La muerte de Nana así lo corrobora, al recibir un disparo que no iba dirigido a ella. “Nana se queda sola, yaciendo en el asfalto”, se glosa en el guión, en la acotación final. Las cosas suceden, sin más, sin otra explicación. Sin ningún sentido.

La bellísima Anna Karina interpreta este papel. La película es, en sí misma, un cuidado y magistral retrato de este personaje. Numerosos planos de Nana y, mientras, la lectura de un texto de Poe, realizada por el mismo Godard, en los minutos finales, revela la propia intencionalidad de la película como obra de arte: “Vi así, vívidamente un cuadro incompletamente inadvertido antes. Era el retrato de una joven muchacha que empezaba a madurar como mujer. […] Había encontrado el hechizo del cuadro en una absoluta ‘apariencia de vida’ de expresión.” Y así, cuando el espectador observa a Nana la encuentra totalmente vivificada y llena de verdad expresiva. Godard ha trazado con su cámara una obra de arte. La cámara está ahí, moviéndose, mirando, captando lo más sugerente e impenetrable. Y el espectador se siente libre porque observa justamente lo que desea observar, la cámara es su propio ojo, se dirige hacia donde debe dirigirse, casi espontáneamente. El propio Godard lo dijo: “La película fue hecha por una especie de segunda presencia”.

Viendo esta obra uno tiene la sensación de que el cine de aquel tiempo era un milagro. La magia estética del blanco y negro nos trasporta a ese mundo irreal, que es el cine, en el cual soñamos, fascinados, con la visión de escenas cargadas de belleza y significaciones. “Vivir su vida” así lo demuestra. Tanto su tema como su forma configuran un todo perfectamente articulado. La película empieza con una cita de Montaigne: “Hay que prestarse a los demás y darse a sí mismo”. Y eso es lo que hace Nana, ser ella misma, vivir su vida, a pesar de vender su cuerpo, de prestarlo, para sobrevivir. Y como Juana de Arco su liberación fue la muerte. Pero Nana no comprende cuál es su condena. “¿Y de qué soy culpable?”, le pregunta a Raoul. “Debes aceptar a todo el mundo, siempre y cuando paguen”, le responde. “No, no a todo el mundo. ¡A veces es repugnante!”, exclama ella. Y él concluye: “¿Ves de qué eres culpable?”. En la prostitución no hay libertad. Ella es culpable de no querer aceptar ciertas cosas, pero la profesión que ha elegido le obliga a ello. Ha elegido vivir su vida pero ya no es dueña de su cuerpo, sólo de su alma.

Jean-Luc Godard ha realizado en “Vivir su vida” un retrato excepcional de este personaje. El rostro de Anna Karina, que llena y desborda la pantalla, parece tener vida propia como en el relato de Poe. Merece la pena volver la mirada a esta película, porque supone rescatar una intiligente y original obra, la cual ocupa un lugar destacado en la ya dilatada y memorable Historia del Cine. El espectador saldrá de la sala totalmente en armonía con el cine y consigo mismo, con su vida. Godard explica mejor que nadie lo que he tratado de plantear: “’Vivir su vida’ ha sido el equilibrio que hace que de pronto uno se sienta bien en la vida, durante un día o una semana”. Por eso no nos puede extrañar que casi medio siglo después de su estreno vuelva a estar en cartelera una obra así. Y no podemos dejar pasar la oportunidad de ver, en la gran pantalla, esta suma de arte y vida, de sensibilidad visual y creación inteligente.

miércoles, 23 de agosto de 2006

Dos sentencias y un haiku


I.- Dos sentencias

El nivel de grandeza se mide con la humildad.

El nivel de estupidez se mide con la prudencia.


II.- Haiku


Sí, era bella:
ojos llenos de luz.
Nunca me vio.




jueves, 17 de agosto de 2006

Dos 'amoradas'

I

¿Qué es el tiempo,
sino un volver a ti,
constante?


II

Al tocarte
podría haber muerto,
pero sobrevivir
fue condenarme a ti,
para siempre.

martes, 15 de agosto de 2006

La muerte de Dios

-Si mantuvieses un encuentro casual con Dios y éste te prometiese concederte un deseo. ¿Qué le pedirías?

-Le pediría que se suicidara.

-¿Y qué harías después?

- Ir a ver una buena película.

miércoles, 9 de agosto de 2006

El rayo de luz que habita en las palabras (Sobre el fenómeno poético)


La virtud del poeta no es otra que saberse herido por la palabra. No es otro el placer que siente: la resurrección de la música en el silencio, la palabra herida por el viento. Sus versos quieren salpicar al mundo, quieren doler al sacrificio estéril de la belleza. Sus versos no son otra cosa que vida, vida constante que deviene de la voluntad de permanencia. 'Poesía', 'noche', 'soledad'…, palabras que designan lo inabordable y que unidas, misteriosamente dispuestas, son algo más que nombres y conceptos. La poesía eterniza, con sagrado ritmo, la fugacidad inconmensurable de la vida. Trata de captar lo inmediato y a veces lo consigue. Se aproxima a lo indecible y a veces lo define. Esto es poesía: la revelación en verso de lo que permanece, visible o invisible, en la humana conciencia universal. La luz que habita en las palabras resplandece mediante el fenómeno poético, es un acto eléctrico de magia verbal, de energía creadora. El poeta es el conductor de esa energía y el poema, pleno en sí mismo, realiza el milagro de la luz simbólica, rodeando a los significantes de entes con significado pleno y expansivo. El fenómeno del verbo poético lo registra cada lector, susceptible de recibir esa descarga eléctrica que desprende toda poesía digna de llamarse poesía.

sábado, 5 de agosto de 2006

Coches de juguete


Juraría que fue cuando yo tenía quince años,

las amapolas exhalaban su aroma perturbador

y nosotros, como dos gotas de deseo, nos mirábamos,

sin comprender todavía el ruido que el amor desprende

de dos cuerpos entregados a la pasión, repletos

de violento y dulce ímpetu adolescente.


Tus cálidas mejillas amparaban mis labios

en la noche sagrada y erótica del rito

y los arcos vivos de tus senos alumbraban

impuestos ante mí:

como fieles simetrías del placer

en que yo era perdido.


Y fue colmándose de cantos

la noche ancestral de nuestra unión.


Y partimos de la adolescencia

como dos héroes sin destino,

apabullados de vida,

perdidos en ella

apasionadamente.


Ahora no soy más que la sombra

de ese adolescente,

el niño se pierde

en la memoria

triste y cotidiana

de los días.


Ojalá hubiera seguido jugando

con mis alegres y veloces

coches de juguete.


Ojalá la vida hubiese sido menos seria.


Herido me amparo en la noche perpetua

a un rostro perdido, manantial de felicidad,

que solloza hoy en su eterna putrefacción.


Con qué serena impavidez te recuerdo,

con qué amarga ebriedad intento olvidarte,

con qué horrible nocturnidad te persigo.


Y ya nunca amanece.

martes, 1 de agosto de 2006

Canto de la muerte serena

La ceguera del tiempo nos recoge, vive.

En el mar no hay párpados de tierra

que confundan la sustancia del origen.

El canto asciende desde la voz a las estrellas

y no regresa ni depone su aliento

para dar morada al sol, que ya no quema.

Fuiste prisionero una vez del reposo,

abolido ahora como un muro de viento.

Fuiste prisionero y serás recóndito dios…

y en la espera callarás el vacío

como un ángel remontado de las tinieblas,

para dar morada al frío, que ya no cesa.

jueves, 27 de julio de 2006

Crónica de un encuentro


A pesar de la televisión y de otras muchas cotidianas distracciones que casi por inercia consumen nuestro valioso tiempo, hay otros momentos que se ofrecen propicios para el cultivo de una enriquecedora tarea llamada 'lectura'. Bien es cierto que aquello que entendemos por lectura comprende un panorama sumamente amplio o sumamente estrecho, según el lector, habitado generalmente por revistas y magacines, periódicos, novelas, cómics, etc.
Cada día salen al mercado un número elevadísimo de libros y da la sensación de que actualmente hay más escritores que lectores. Pero verdaderamente son pocos los buenos libros que podemos encontrar y la mayoría de ellos no se exhiben en los escaparates sino que duermen en las segundas o terceras filas de las estanterías.
Así es como doy comienzo a la crónica de mi encuentro con uno de esos libros, quasi secreto, en una de esas grandísimas superficies de libros o también llamados 'mercadillos de best-seller'. De nuevo descubro que un libro nos invita a abandonar por un tiempo la realidad, que nuestros quehaceres y preocupaciones quedan atrás y es otra voz, no la de nuestra conciencia, la que escuchamos, siempre con incertidumbre y confiada esperanza.
El libro que encontré es de género filosófico. Su autor: Cioran. Y una frase en el 'incipit' del transcurso del texto ya sobradamente lo justifica en su conjunto: “Sólo se libera el espíritu que, puro de todo contubernio con seres u objetos, se ejerce en su vacuidad”. Esta máxima nos traslada a la clásica oposición de formas de vida entre Oriente y Occidente. Frente al trasiego y desbordamiento de nuestra civilización se sitúa el quietismo o vacuidad del Tao chino, del Zen japonés o de las doctrinas búdicas de la India, verbigracia. Cioran nos dice que en nuestra civilización los que verdaderamente asumen el modo de vida oriental son los mendigos. Estoy deacuerdo con ello salvo en el hecho de que la mayoría de los mendigos no son lo que son por perseguir un fin espiritual sino porque no les queda más remedio que asumir su desesperada condición de mendigos, la cual aborrecen y calman con su prolongado y amargo alcoholismo. Es decir, no hay una elección consciente en el mendigo de vida espiritual y la mayoría de ellos, como en el poema de Espronceda, son forzosamente cínicos.
Otro estilo de vida occidental que trata de asumir, ya consicentemente, modos de vida espirituales, éticos y/o filosóficos, religiosos o culturales (gastronomía, música, vestimentas..) venidos de Oriente se ha definido como 'New age'. Pero este movimiento en la mayoría de los casos alumbra superficialmente la vida de sus practicantes y pocos son los que viven con verdadera fidelidad el significado profundo de las doctrinas con que simpatizan. Apunta Cioran que “Estar a la altura de la eternidad es también vivir al día”.
Este modo de vida, de liberación absoluta y desapego, invita a asumir una ética radical en la cual, ligeros de equipaje, nuestra vida, tal que serenos 'budas', fluyese en el día a merced del instante. Se pregunta Cioran, y vaya esta pregunta destinada a aquellos simpatizantes y practicantes de la 'New Age', si ¿“es concebible el Buda fiel a sus verdades y al mismo tiempo a su palacio”?
¿Es posible alcanzar un equilibrio, me pregunto yo, entre el modo de vida oriental y occidental? ¿Sería posible que nosotros, los occidentales, optásemos sabiamente por mirar a Oriente con la capacidad suficiente de aplicar e integrar aquello que complementase y llenase las carencias de nuestra agitada y desorientada civilización?Yo creo que sí. Que esto podría lograrse de una manera razonable, sin caer en cinismos ni hipocresías.
Mi excursión por la librería ha resultado ser enriquecedora, este hallazgo extraordinario llamado 'La tentación de existir' de E.M. Cioran me ha permitido volver a reflexionar acerca de un asunto sumamente interesante y que merece la pena pensarlo detenidamente en más de una ocasión. Y ya sea desde alguna librería o presencialmente (desde la India, Cnina o Japón, p.ej.) resultaría muy grato hacer una visita a nuestros vecinos de Oriente, los cuales tienen, sin lugar a dudas, mucho que enseñarnos.
Artículo publicado en el periódico El Pueblo de Albacete
27-07-2006, José Manuel Martínez Sánchez ©

jueves, 6 de julio de 2006

No aire

Manantial de preguntas sin respuesta
Es mi vida de ahora
Piedra auditiva
Privada
De luz

Mi palabra como el tacto
Invoca placeres que llegan:
Brisa, abrazo, suspiro de belleza,
Lamento de amor sin
Respuesta.

Placeres que se colman solitarios
Ruinas que se levantan y nuevamente
Mueren.

Como un árbol en la llanura del desierto
Como un cuadro en el abismo del espacio
Como una nube en los ojos del ciego
Mi deseo te busca y se expande
Fatigado
Entre arbustos
Donde no sopla
Ni siquiera
El no aire

martes, 20 de junio de 2006

La jaula


LA JAULA

Todas las noches un cuerpo distinto
creo ver frente al espejo sonámbulo,
no reconozco las áridas manos, ni
los gestos tranquilos que ayer fueron
rumor frente al silencio cristalino
que entrega este retrato innoble.

Pero ese cuerpo allí no tiene nombre,
en los reflejos que la confusa noche
arma ardientes de materia fugitiva.

Por eso ya no miro los reflejos
del espejo del alma

porque
a veces sólo me siento
un descendiente del mono,
que sueña respuestas
e inútiles poemas,
desde una jaula
que el hombre ha construido
para aprender a sentirse libre.

¿Pero en qué planeta he nacido
que los astros no brillan cuando
todo el mundo duerme?

Y hoy ya únicamente derrotado
me pregunto nada más si esta jaula
es segura y no se rompe.

sábado, 10 de junio de 2006

Fábula


Aprendió a no llorar cuando la lluvia naciese, tuvo la prudencia de apartar la mirada cuando el sol reflejase los placeres ajenos. Hubo un momento en su vida que todo alcanzó silencio como espuma antigua de sordos oleajes. Y la brisa que levantaba sus cabellos, todavía jóvenes, fue apaciguándose. El paso del tiempo le enseñó a sonreír por sus preocupaciones pasadas, a callar esperanzas que murieron. Aprendió de la tragedia la comedia de la vida, supo del dolor el nombre insignificante de sus causas. Un día las lágrimas llenaron su almohada, pero nunca se ahogó en ellas porque del naufragio comprendió que la vida es supervivencia. Y que, paradójicamente, resulta menos duro dormir sin una almohada y con cabeza. Pero pronto perdió también la cabeza de tanto llorar su drama fingiendo una comedia: la de vivir sin esperanza en medio del mundo, negando sus deseos, en medio de la nada, jugando a ser de hierro con un corazón de paja. Nunca volvió a confiar en nadie y hasta de sí mismo dudaba. Un día la Muerte llamó a su puerta, para decirle que la vida es breve y que todavía le queda tiempo, y por no salir, desconfiado, entró ella a buscarlo. Y ahora la Muerte le acompaña, como una sombra que arrastra su mirada.

miércoles, 7 de junio de 2006

Coca-Cola (Poema psicodélico)


DESPUÉS el paladar //// despierta Cadenas de Ciclón

Ruedas etéreas //// riman amor cama hervida y piernas

… blancos sollozos… temor… tiembla… aterrado %

Mi Existir - Cobijo //// del Tiempo – Psicodelia – @


___C

_______O (co(co(coca)ca)ca)ca)

____________C

_________________A

__________

___C (co(co((cola)la)la)la)

_______O

____________L

_________________A


Fuego de sueño inunda el mar &&& insomnio de poesía

De TIERRA de LUZ de CÓLERA /// (Desnudo de fe)

Ciego y Erótico Sueño de LSD ### IN THE SKY


martes, 23 de mayo de 2006

Soñar despierto



SUEÑO el sueño de la vida, su luz interminable
agita lo más hondo, ciega el instante
que precede al ahora y un segundo
lo da por alcanzado.
Cada minuto que pasa es el tiempo que me falta,
inútil recuperar las señas,
los matices cotidianos:
la incertidumbre o la idea se van alejando
como un lento eco que se pierde en el aire.
En lo más hondo
tu cuerpo
fundiéndose
con el mío
y un sueño que lo recubre,
sueño de otro sueño que fue vida
o deseo.
Ilusión de luz aplacada que nombra mi memoria
en la soledad de la noche, que fiel
como las aguas de Heráclito, ya se aleja
y se pierde con las pasadas noches
que alguna vez moré y que ahora,
olvidadas en lo más hondo del presente,
habitan fugitivas el territorio recobrado
que ya no les pertenece.
Un día esa luz daba sentido y nombre al espacio,
nunca la claridad debió abrazar la noche,
como se abraza una jarra de vino
en la tristeza.

jueves, 18 de mayo de 2006

Paradoja



Cada vez que alguien muere
una estrella sube al firmamento.
Y cada vez que alguien nace
la noche se vuelve más oscura.


sábado, 6 de mayo de 2006

Historia de una escalera



Hace unos días volví a leer, y a recordar, la estupenda obra 'Historia de una escalera', de Antonio Buero Vallejo. En toda relectura de un texto literario nos encontramos con una obra nueva que parece haber cambiado, como nosotros. 'Historia de una escalera' me llegó a gustar más que la primera vez que la leí, tal vez porque he descubierto en ella ahora, pasados los años, ciertos matices que antes se me habían volado imperceptiblemente. Este hecho ocurre en la mayoría de las obras que releemos, sobre todo en las buenas obras, aquellas que uno podría llamar 'clásicas'.

En 'Historia de una escalera' vemos pasar las vidas de unos personajes unidos por un destino único: 'formar parte de una comunidad de vecinos' y por una condición social, que como en la picaresca española, llega a ser un tanto determinista.

Fernando es un soñador pero un vago. Un joven y guapo seductor enamorado de su vecina Carmina, pero que se casa con su otra vecina, Elvira, porque su padre tenía dinero y se suponía que iba a asegurar su ascenso social, lo cual nunca sucede. Carmina, al mismo tiempo, enamorada también de Fernando, decide quedarse soltera de por vida, pero al final cede ante las súplicas de Urbano, un obrero muy trabajador y de la misma condición humilde que Carmina. Fernando y Elvira ocupan una escala algo más alta, aunque en Fernando esto sólo sea por apariencia.

Lo que podría haber sido -el famoso posibilismo de Buero- no llega a ser y los hechos parecen volver a desencadenarse (como al final de la obra se aprecia) en los hijos respectivos de Fernando y Elvira.

El tiempo pasa para toda la comunidad de vecinos, el único cambio que sucede en sus vidas es el de la muerte, los casamientos y las descendencias, pero por lo demás todo parece seguir igual: la misma pobreza, las mismas riñas y enfrentamientos entre los vecinos, una realidad mediocre donde los personajes son víctimas de su propia mediocridad...

Los sueños de juventud de Urbano y Fernando se quedan en nada, la realidad es implacable -como la realidad político-social de la época- y la utopía se queda en eso: en utopía.

Al final de la obra los padres miran a sus hijos, se reconocen en ellos, y el espectador reconoce que es la misma historia la que se profetiza, una historia que nunca fue lo que se esperaba que hubiera sido, cuyo final -ahora en los hijos- queda abierto - y como el espectador puede suponer- amargamente abierto.

_______

FERNANDO: «¡Es que le tengo miedo al tiempo! Es lo que más me hace sufrir. Ver cómo pasan los días, y los años... sin que nada cambie. Ayer mismo éramos tú y yo dos críos que veníamos a fumar aquí, a escondidas, los primeros pitillos... ¡Y hace ya diez años! Hemos crecido sin darnos cuenta, subiendo y bajando la escalera»

De Historia de una escalera, A. B. Vallejo.


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