jueves, 25 de enero de 2007

En el restaurante

Si a veces nos vamos es porque nunca nos dijimos adiós del todo. En el restaurante hay servilletas de oro con las que limpiamos nuestra culpa, hay vasos que ametrallan con su licor la roja pasión de nuestra locura. Hay esperanzas que se sirven en plato frío y otras que no pueden servirse porque resultan demasiado caras.

Y siempre volvemos al mismo restaurante, aunque juramos no hacerlo. La corriente de la vida nos conduce hasta aquí, una y otra noche, hasta que nuestro estómago al fin revienta y nos sentimos culpables, hastiados de venir a un lugar que, sólo por unas horas, nos libra de toda la sed y el hambre.

1 comentario:

Mónica dijo...

Ciao,

Preciosa metáfora. Decir adiós es una de la situaciones más horribles que vive el ser humano. Aunque como dice Calamaro, todo lo que termina, termina mal y sino se contamina más... (me recordó la canción)
Una que duerme poco está de investigación por el listado de blogs, ya me quedan menos. Me alegro de encontrar tu espacio,

Un saludo

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