jueves, 22 de febrero de 2007

Cansancio del que ya no camina

"Soy las huellas que ya he pisado".

Un resplandor a lo lejos confunde

los pasos derruidos del que una vez fue,

pero ya muere, entretenido, lejano de sí,

en la más pura incertidumbre del silencio

aquel soñador que nunca despertó de la derrota.

martes, 13 de febrero de 2007

Reiki




El Reiki nos enseña a conocer el mundo a través de un canal de energía universal que va limpiando cuerpo y mente, elevándolo a la pureza de sus dimensiones espirituales.


Preceptos:

viernes, 9 de febrero de 2007

La condición pragmática

Se han puesto de moda los libros canónicos, esos que se titulan así: “Las 1001 mejores películas de todos los tiempos” o “Los 1001 mejores libros” o “Los 1001 mejores discos”, etc. Está claro que la cultura se puede catalogar, clasificar por géneros, años, orden alfabético… Pero todo esto viene de mucho antes, desde la historia misma de la Enciclopedia y el afán por catalogar todo el saber. Ahora hay libros que propugnan lo que hay que saber, la cultura que debemos conocer, el vino que estamos obligados a degustar. Las editoriales saben que a los lectores les gusta tener las ideas claras. Junto a cada libro debería venderse un suplemento que aconsejara las mejores páginas que hay que leer, así nos ahorraríamos perder el tiempo en muchas novelas aburridamente largas, o en sinfonías musicales en las que solamente el 2º movimiento merece la pena. Al abrir el libro podríamos encontrarnos con mensajes del tipo: “Lea la página 12 y luego pase a la 50, son las únicas buenas”.

Los que se sienten herederos del Humanismo gustan de difundir tales ideas económicas de la cultura, digo económicas porque sólo incitan al consumo, vendiendo el producto eficazmente empaquetado con todo tipo de atractivos adornos.

A los más jóvenes también les gustarán esos libros, por ejemplo cuando tengan que leerse una novela que les han mandado en el instituto, sólo tendrán que leerse el capítulo correspondiente al libro que reseñe tal obra, el joven se preguntará, y con razón, “¿para qué voy a leerme el libro si existe tanta información sobre él?” La mayoría no recurren al libro, “¿para qué gastarse veinte euros, o lo que cueste, si puedo mirarlo gratis en Internet?”

Otra vez el tema de Internet y su abundancia de información nos abruma porque estamos ante la nueva Enciclopedia del siglo XXI, el sueño ilustrado tiene su referente pragmático en este fenómeno que consiste en trasladar todo el saber al medio virtual. Incluyendo ese saber como la experiencia intelectual, cultural y referencial de la realidad. La televisión mismo, o el cine, se hallan incluidas en este formato, que lo abarca todo, y amenaza con sernos necesario. ¿Podrán las generaciones venideras concebir el mundo sin un ordenador con red al mundo? Está claro que no, ésa es la realidad del siglo XXI, la droga necesaria para soportar la levedad del ser transitorio, del hombre que mira a las estrellas a través de la página oficial de la NASA.

La evolución va dejando sus frutos. Una de las cualidades del ser inteligente es su capacidad para economizar sus esfuerzos. La inteligencia es rabiosamente pragmática. Y con Google todos estamos a salvo. Todo lo que deseamos conocer está en la Wikipedia. Todos los vídeos en Youtube. En definitiva toda la información y, por supuesto, la comunicación: chat, Messenger, juegos online, foros, etc… está en la Red.

La legitimación del saber es una cuestión complicada, aunque la sociedad siempre es la que legitima un tipo de saber y lo superpone a otros que desestima o desconoce. El saber científico también realiza sus fines de acuerdo a unos determinados intereses, usando el saber logrado como instrumento. Pero, a veces, todo saber es legítimo, y ahí radica el problema de esta confusión ilustrada característica del siglo XXI.

Si la sociedad elige sus herramientas para el conocimiento, si la franja humanista se cubre de valoración a posteriori de los hechos del conocimiento, corremos el riesgo de que la evolución sea mínima, e incluso se llegue a la involución.

Como en la Caverna de Platón el relato ha de sernos contado, narrado a través de las sombras del relato, que no es más que un trasunto de las realidad. Pero la realidad siempre se empeña en esconderse, legitimarla es arriesgarse a abandonar la caverna corriendo el peligro de cegarnos ante la verdadera imagen de lo existente. Todo a nuestro alrededor nos informa de algo implícito, donde lo explícito obtiene un carácter hipotético insostenible por la lógica posmoderna.

El saber nos da unas coordenadas exactas de la caverna pero sin indicar el lugar de salida, porque éste sólo se afirma en la persona a través del camino personal, en el que ninguna guía urgente podrá dirigirnos, ya que el saber produce desaliento cuando no se experimenta.

lunes, 5 de febrero de 2007

Siempre

siempre salta la sangre

el dolor

amanecer de batallas

la herida improbable

el amor

siempre mueren las esperanzas

Volver

Dudosa agilidad del desencanto

es tu rutina más precisa.

Evocas marchitos encuentros

y vuelves a descender

de ese sueño transgredido

que ya no soporta el peso

de las derrotas.

Sin otro consuelo que retroceder,

retroceder de nuevo,

a pesar de lo mucho que dejaste atrás.

Cuando incluso se borraron

las huellas

de este camino de ahora.

Infructuoso camino que te agota.



viernes, 2 de febrero de 2007

Diario de la noche


Este lunes se estrenó en Telemadrid el informativo “Diario de la noche”, dirigido y presentado por el escritor Fernando Sánchez Dragó. Todos los que pudimos ver este espacio nos dimos cuenta de que todavía se pueden hacer informativos plurales, objetivos, de rigor y con calidad. El programa comenzó con una entrevista, la primera tras un largo secuestro de 532 días, a la víctima de ETA José Antonio Ortega Lara. Ésta, ni mucho menos, fue tendenciosa, sino que se dirigió más a los aspectos personales de la vida de Ortega Lara, su experiencia en el zulo, su relación con los secuestradores, la soledad o la angustia de pensar que nunca saldría de allí, aunque, también declaró, como es lógico, después del sufrimiento que padeció, la negativa a negociar, bajo ningún concepto, con los terroristas, algo que él mismo le expresó, nada más salir de su prisión oscura, al Ministro de Interior de aquel momento, Jaime Mayor Oreja.

La información, a menudo, se cuenta subjetivamente, según los intereses particulares del medio, ya lo dijo McLuhan, “el medio es el mensaje”, por lo que un informativo de estas características merece una celebración. Está en la línea de Larry King en la CNN. Un informativo dinámico, donde se citan, además de la información pura y dura, la opinión, la reflexión por parte de analistas expertos, el humor inteligente, la cultura, etc. En resumen, un trabajo periodístico impecable. El martes, en el segundo informativo, Sánchez Dragó volvió a sorprendernos a todos, ofreciéndonos una entrevista, nada más y nada menos, que a un Premio Nobel de Literatura, José Saramago, para hablar, fundamentalmente de su último libro, reservando sólo una pregunta política de carácter general acerca de la continua crispación en España arrastrada desde la Guerra Civil, como el mismo Saramago confesó. En definitiva, diversidad de voces, de puntos de vista e ideologías capaces de convivir en el respeto por la libertad de opinión.

La tarea del periodista nunca ha sido fácil, lo hemos podido ver en la magnífica película “Los gritos del silencio” (Roland Joffé, 1984) o en la actual “Buenas noches y buena suerte” (George Clooney, 2005), por poner dos buenos ejemplos cinematográficos. El periodista da cuenta a la opinión pública de la realidad, de lo que pasa en el mundo. El medio televisivo, donde la imagen es la protagonista, influye enormemente en la opinión pública, pongamos otro ejemplo fílmico, “Network: un mundo implacable” (Sydney Lumet, 1976), donde el presentador de un informativo anuncia en directo su premeditado suicidio, y se produce un caos sensacionalista en el público que queda eclipsado ante una nueva forma de hacer televisión. Sin duda, el sensacionalismo es lo que más vende, los “reality shows” están a la orden del día, no merece la pena poner ejemplos, pues todos, desgraciadamente, conocemos, e incluso, a veces, vemos ese tipo de programas por pura morbosidad y condición de “voyeur”. El género humano es así. No hay más remedio que reconocerlo, aunque, no por ello, animarlo.

Por suerte la prensa, la radio, la televisión, y ahora Internet, nos ofrecen la posibilidad de acceder a la información de calidad, aunque sea en contadísimas ocasiones. Y, como vengo expresando, una de ellas se ha materializado en “Diario de la noche”, y su conductor, Fernando Sánchez Dragó, que como Machado, lleva en sus venas gotas de sangre jacobina, además de viajero y escritor, es un excelente periodista, siempre lo fue, no ha sido ahora, pues lo ha hecho casi todo: “corresponsalías para la RAI y la NHK (Japón), programas culturales, columnismo y suplementos literarios, crónicas de viajes o entrevistas”, etc. No hay que olvidar que una estirpe de magníficos periodistas en su familia, incluido su propio padre, le preceden.

Por eso hemos de celebrar un programa así, un informativo que concluye, como ocurrió la noche del martes, con su presentador recitando un soneto de Lope de Vega y donde el deporte, el sensacionalismo barato, las noticias de patio de vecinas han perdido su trono. Como ha escrito Theodor Adorno “opinión es la posición, siempre acotada en cuanto válida, de una consecuencia subjetiva, restringida en su contenido de verdad”. Ninguna información es puramente objetiva, eso es sencillamente imposible, pero la opinión no es sólo hablar por hablar sino que merece un criterio, talla intelectual y, sobre todo, capacidad razonadora de la que Sánchez Dragó siempre nos ha dado un claro ejemplo de ello tanto en su persona como a través de sus invitados, de tendencias y modos de pensamiento simétricamente opuestos pero necesarios en todo ejercicio dialéctico, así hemos visto pasar por sus programas anteriores a Santiago Carrillo, José María Aznar, Gustavo Bueno, Alfonso Guerra, etc. Por fin el espectador se siente respetado porque se le reserva su capacidad de juicio y no se le condiciona hacia ningún terreno ideológico. Por tanto, le deseo toda la suerte a una de las voces más importantes y necesarias del pensamiento español contemporáneo. Seguro que la tendrá.

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