lunes, 22 de octubre de 2007

Réquiem

Morir, dejarlo todo, abandonar el sufrimiento a través del sufrimiento. El paso de la vida a la muerte, antes y después, el deseo agonizante del espíritu, las sombras de la conciencia, la imperfección más pura, toda la realidad en evidencia a lomos del escepticismo, el dejar de saber, el no comprender el fenómeno de la vida y la otredad. El silencio, la calma tras la agonía, la búsqueda que halla el letargo que nos arrastra, el rayo de la carne buscando a la carne, las últimas guaridas del hombre embarcado en su destino, el golpe de vida, la ilusión taciturna del romántico que navega por su trascendencia, el surco del corazón en busca del alma.

La distancia del que nada posee ni a nadie, tan sólo a su misterio. El cántico espiritual de la tristeza, la alegría, el dolor… esa búsqueda sublime que nos hace perennes en la impermanencia. El abismo de la vida, cultivado de quimeras y visiones, la pobre esperanza del que espera el olvido eterno. Sueños de abandono, renuncias flacas y despertares imposibles, abrazo, abrazo fraternal de comprensión.

Morir, dejarlo todo, abandonar el sufrimiento a través de la desdicha divina del ciclo último, perder el aliento en la emoción plena de la posibilidad. Acertar en el rito de la despedida, aquel que anuncie la elección del corazón fatigado de esperar. Cerrar la puerta, abrir la vida verdadera, la senda intransitable de la esperanza.

Vivir, acechar la respuesta del susurro, despertar, sí, despertar por fin contra la innata pulsión de la supervivencia. Entregar el alma a lo posible, a lo venidero, a lo inescrutable. Quedarse quieto, mudo, insólito ante el nuevo amanecer. No arrastrar las desvencijadas siluetas de un pasado perdido, absorber el futuro en un estado de calma desplegada, resurgir del océano tras el naufragio de la existencia, resurgir amando la naturaleza impropia, la inoportuna necesidad del hambre y la sed. Abandonar el alimento en busca de la verdad del alma.

Salir del samsara una y otra vez, alentando al corazón, el goce de lo humano, la respiración. Perderlo todo, la frágil conciencia, la perpetua consciencia, el árido devenir, la fatal ilusión, el calor. Llegar a la luz última, al frío del camino elegido, el del abandono, la renuncia, el del clamor constante del existir sin existencia.

8 comentarios:

Laura Escuela dijo...

es un texto muy bueno. Me ha gustado mucho. Réquiem único, apto para acompañar según qué composiciones de según qué genios.
Un saludo

MARAIA BLACKE dijo...

HOLA! Que lindo ver que escribes nuevamente...bueno, luego de leer tu texto, de masticarlo, de sentirlo correr por mis venas como si fuera mi propio requiem, o el que al menos anhelaría que alguien rece... no tengo mucho para decir, solo que es maravilloso...
Saludos!

LOLA GRACIA dijo...

revivir sí, renunciar nunca

NandoXXI dijo...

Buena escritura! me parece de una profundidad que no llega a ser opaca y al mismo tiempo con una sensacion de experiencias solapadas entre lineas, de presencias y recuerdos que reviven por momentos en lentas sombras.
A lo mejor te sientas a gusto leyendo mi blog, F. Púa es mi nombre, me presento, y blogdelamnte.blogspot es la url del blog.

SALú

Rose dijo...

Lindo escrito....palabras que me fueron llegando como recuerdos através de las olas calidas o frias del mar, o también a través de la oscuridad...pero llego al final y al cabo....llegó

Saludos!!

Anónimo dijo...

La constatación después de varios paseos por algunos blogs, siempre es la misma: la traición que nos practica la vida, haciéndonos invisible lo mejor, o sino lo mejor, sí lo más preciado, lo que no muere nunca en nosotros: las preguntas y las quejas.

Aún siendo felices, quienes lo sean, nos perderemos siempre sus preguntas y sus quejas. Ya que las orales no sirven. Las orales están prostituidas por ese lenguaje vocal infame, atado a la biología, que se aleja de cualquier belleza posible.

Tantos se preguntaron, y escribieron, sobre el sentido o sin sentido de la vida. Y al final, pese a todo ese camuflaje, eran simples quejas. Y la raquítica compresión a cuenta gotas que nos han dejado, ha sido peor que los propios enigmas.

Sublime esta queja. Sublime esta despedida. Sublime el azar que ha permitido este encuentro y esta lectura. Sublimes al final las palabras, que son las únicas capaces de hacer justicia a esos interiores invisibles. Sólo puede ser sublime aquello que no se puede tocar ni corromper.

Pedestal para esta frase: “Acertar en el rito de la despedida, aquel que anuncie la elección del corazón fatigado de esperar”.

Anónimo dijo...

mmm, a veces nos quejamos de la vida, esa que sólo nosotros construimos, por el incumplimiento de esas promesas que nunca fueron realmente hechas. por alguna oscura razon queremos que la vida se adapte a nosotros, sin comprender que esa demanda no estaría nunca cubierta, pues siempre demandaríamos más hasta llegar a la nada. por eso, el sentido de la vida cómo en el arte es la belleza. y si no viene a nosotros la tendremos que esperar besando en un ratico romántico a la fealdad que nos transformara en bellos. hay que esperar, pero cómo el que espera algo que le trae sin cuidado, hay que hacerse fuerte en la inopia, y jamas suplicar por la abundancia. el dolor es la noche artica, ¿pero que noche dura cien años en un universo repleto de soles?. por eso fumamos. nos hacemos diminutos y quedamos medio satisfechos del estropicio que ha hecho el destino con nuestro peinado. tiramos el cigarro con fuerza. Apretamos los dientes y el culo. y seguimos esperando las inmortales horas de la vida que tendremos que golear en su terreno de juego, con sus propias cartas. la derrota es una excusa, un invento semiintelectual del occidente. ¡la victoria sólo puede ser concedida en el propio espiritu del jugador¡. ¡ni los dioses budistas te libraran del deseo, me dijo mi primo!, el que se quedó en 1º de bachiller. ¡ah, pero el deseo se puede transformar en Arte?, ¿que Arte hacemos?, ¿por que estamos orgullosos de nuestras deprimentes obras y no de nuestra deprimente vida. yo pase más de dos años en oscuras carceles de máxima seguridad. al final, parpadee ante el sol que dañaba los ojos. el juego no había terminado.¡estaba renovado de vida!, y seguía con el LOCO presentimiento de que aun guardaba un as en la manga. ¿empezar de cero?, ¿que es eso?.
me gusta cómo escribes, y siempre hay por lo menos dos opciones: escribir como vives o vivir cómo escribes. lo demás es romanticismo barato, barato. y basta.

Anónimo dijo...

escribo como vivo, gracias por visitar mi blog y por tus sinceras y bellas palabras

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