lunes, 27 de diciembre de 2010

Amor sin fin

Te amé hasta cualquier fin.
Amor sin fin, vacilación del instante
en que se rompe la palabra
y todo brota y todo es del silencio.
Amor posible, que se desnuda
frío y cumplido, déjame empezarte
sin principio y acabarte sin final,
déjame amarte, solamente,
en lo que eres y no eres, sin tiempo,
sin olvido, sin vuelta atrás ni adelante.
Deja que este instante sea lo único que nos quede
cuando solo nos quede este instante. Deja que seamos
sin ser, lo que somos, es decir, el todo y nada más
ni nada menos, ni nada acaso. Solamente tú y yo,
escondidos en el bosque anaranjado del otoño,
en medio de los arcos verdes de las ramas
y de las hojas que acolchan nuestros pasos.
En medio de todo y de nada quedaremos,
como el viento y los silencios, como la noche
y sus estrellas bajo el rumor de los grillos insomnes.
Todo será lugar repentino del amor, recogimiento.
Todo será lo que nunca dejó de ser, lo informe.
Entonces sabrás que aquel encuentro cierto, excelso,
vivo como ascuas o como beso, no fue de este mundo,
no fue de nadie. Sólo del amor y del silencio amante.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Hacia un mundo sostenible

La complejidad del mundo va en aumento. Así le parecerá a quien intente comprender las circunstancias de su presente y los retos que plantea el futuro. El primero, la viabilidad de su continuidad, su sostenibilidad. Una palabra que refleja planteamientos realistas sobre los modos de vida del presente y la posibilidad de un desarrollo óptimo entre el ser humano y su mundo. ¿Qué es lo que hay que "sostener"?, nos preguntaremos. Sin duda, la vida misma, no solo la propia de nuestra especie, sino la vida en el planeta, la vida y el bienestar de la tierra, es decir, la naturaleza. Eso que somos. Eso que estamos olvidando que somos. El hombre vive cada vez más ajeno a sus circunstancias naturales, en un mundo paralelo y artificial, en un circuito "inhumano" de sobreexplotación de los recursos que posee, empezando por la sobreexplotacion hacia él mismo. El ritmo de la vida se ha acelerado drásticamente en los últimos cien años, desde el incremento masivo de la población humana hasta la organización vertiginosa de su tiempo. Si el hombre va más rápido que la naturaleza, si la usa como un fin para sí mismo dando la espalda a su ritmo: el tiempo que necesita para respirar y ser plena, indudablemente, lo único que logramos es ahogar, anegar, aquello que nos provee y cobija. Gaya necesita un respiro y -sobre todo- un sincero y más paciente cuidado por parte de sus hijos.

El afán explotador siempre se vuelve contra quien lo proyecta, como un bumerán de afiladas puntas. De la "revolución industrial" pasamos ahora a una "revolución ambiental". El "cambio climático" amenaza este futuro sin que se proclame más solución que ninguna, esto es, seguir como estamos, pero más rápido, más brutalmente. No nos engañemos, nada está cambiando, casi nada está mejorando. Las buenas intenciones, como la apuesta por las energías renovables, son abandonadas si el negocio no sale rentable. El mercado financiero se ha convertido en el espejo de la salud de una civilización y esa es la engañosa empresa de una sociedad que solo invierte en ella misma a fondo perdido. Para Marx, la realidad material tuvo su metáfora en el dinero y desde entonces esa es la triste poesía que heredamos día a día. Marx hizo la radiografía de un problema y ésta se convirtió en el paradigma de una nueva religión: el capitalismo.

Una sociedad que no pone en cuestión el mundo -y modo- en que vive -que es incapaz de someter a juicio todo lo que se le ha dado por válido- está abocada a un sometimiento espiritual tan silencioso que ni siquiera sabrá reconocerse como lo que es: el problema principal. Problema cuya solución se encuentra en ella misma. Escasea la participación, el interés por buscar soluciones, por cultivar una inteligencia para el cambio, y aprovechándose de ello, el poder sirve en bandeja sus anestesias para mantenernos dormidos frente a nosotros, frente al mundo y frente a los otros. El hombre al que aludimos, alterado por su separación de sí (que Hegel llamaría "conciencia infeliz"), sobreexplotado por el ritmo frenético y deficitario de la existencia actual, la cual no le pertenece, despertará en su conjunto o en su mayoría, queremos suponer, más temprano que tarde, de este sueño trágico de la evasión de sus rasgos genuinos: la inteligencia; y con ello la búsqueda y hallazgo del sentido a su vida, superponiendo la esperanza y la voluntad frente a las adversidades que refrenan el ímpetu renovador.

Cerrar los ojos a lo que somos no evita el problema, sino que lo enmudece e incrementa agónico y escondido, a falta de una mecha que lo estalle, irremediable. Esa fragmentación del sentido y la consecuente pérdida de cambios sensibles, ausente el principio activo de los valores humanos potenciales, siembra el paradigma de los problemas actuales (un futuro insostenible), ambientado por la escasez de recursos propios -intelectivos, emocionales- capaces de refrenar y redirigir la escasez espiritual de una sociedad en el ámbito material de su mundo concreto. Desde Freud la psicopatología se explica como un estado natural del hombre, su neurosis o déficit existencial prefigura el mapa de sus aspiraciones. Y la materia no sacia nunca el hambre del espíritu, por mucho que queramos sacar de ella. Conviene, pues, avivar esa vuelta de tuerca que relegue al hombre autómata y alienado, que sólo avista una felicidad material ilusoria y egocéntrica, reclamando al hombre real, al que es como prototipo de sus cualidades: la persona creativa, capaz de superarse y de crecer en la coherente búsqueda de su identidad esencial y altruista. Eso es la cultura, la riqueza espiritual sin nombre ni apellidos, solamente humana. De este modo, evocando a Emerson, el hombre se trasciende a sí mismo y se hace uno con todos, sin separarse de nada ni de nadie. Sólo así podrá sostenerse y ser sostenible: elevándose por encima de sus limitaciones, viviendo de cara a sus retos y profundas aspiraciones. No guardando para sí, sino dando lo que tiene para ganar todos con ello.

Diario La Verdad, 19/12/2010

domingo, 12 de diciembre de 2010

A ti, que siempre eres

Somos dos cuerpos no hechos de tiempo
que se abrazan ajenos al pasar,
absortos en su mundo
de entregada devoción.

Mundo evidente, de ágiles susurros
y de ropajes tenues, desatados, sinceros,
donde beben nuestros cuerpos
el néctar de su gozo,
el circundante hábito de esconderse
y reencontrarse en juego amante,
en sigiloso ofrecimiento de amor.

Toma mi dicha, esperanza abierta
de los días, recorrido de la piel
y sol de estancia infinita, musgo
que cubre placeres, recónditos
huecos de deseo, querencias
múltiples de lo interno y venidero.

Toma mi dicha, esta exhalación de gozo.

En el amor, sólo en el amor,
te encuentro y te conozco.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Estado e infamia

Las sorprendentes filtraciones de Wikileaks nos confirmar la imposibilidad de confiar en quienes nos gobiernan reflejando claramente lo que ya todos sabemos: lo que se muestra a los ciudadanos y lo se hace en la sombra es radicalmente distinto. La verdad no interesa cuando hay intereses en la mentira, cuando se descubren los hilos que tejen una estructura de poder mucho más sombría de lo que podemos imaginar. Más allá de las filtraciones que salgan a la luz en Wikileaks, unas más relevantes que otras, la cuestión que resalta, el tema de fondo, es si una sociedad solamente puede conocer la verdad a través de actos de espionaje, como se han calificado, y por qué no es legítimo que todo lo que estamos conociendo llegue de forma natural y directa al ciudadano. Enseguida vendrán las cuestiones de seguridad interna y diplomática para excusar las faltas de un poder que abusa de su capacidad de mando, conferido por los ciudadanos en acto democrático, conformando –sin embargo- un gobierno como los de antes, aquellos absolutos que cínicamente lo hacían todo por el pueblo pero sin el pueblo. Todo esto ha venido en un momento en el que la seguridad económica y social de las personas también está siendo puesta entre paréntesis, abogando por un recorte de gastos, de austeridad, que consiste en asfixiar a los que menos tienen para dar un desahogo a los que más tienen: el mercado financiero. Por ello, el llamado ‘estado de bienestar’ está desapareciendo paulatinamente, diciéndonos que la única solución pasa por la privatización de todo, para que sigan siendo ricos los que siempre lo fueron.


El Estado lleva el camino de convertirse en una empresa más, envuelta en intereses, como nos muestra Wikileaks, que nosotros apenas soñamos sospechar. Así ha ocurrido en el conflicto del Sahara Occidental y Marruecos, donde se mira para otro lado, a pesar de la evidente violación de los derechos humanos por parte de Marruecos, solamente porque no conviene geo-estratégicamente o como se quiera llamar, que siempre será el mismo nombre con distintos sinónimos, esto es, el dinero. Y en las estructuras actuales el dinero siempre llega a los mismos, empezando por los bancos que luego lo reparten con intereses esclavistas. Ese caballero poderoso lo sigue moviendo todo y nos muestra las miserias de un poder que corre tras él sin mirar lo que va arrasando a su paso. La ciudadanía vive ajena a las circunstancias del mundo, simplemente tiene el derecho a mirarlo a través de la ventana del televisor y cada vez comprende menos qué ocurre, porque ve que lo que se hace no va con ellos nunca. La ciudadanía deposita el voto y por ello, lo que el poder piensa es que merece ser engañada ejemplarmente, con la mejor campaña publicitaria y de frases hechas que pueda decantar o mover el voto en una dirección u otra, pero, como bien sabemos, eso es lo que menos importa, esa farsa de los partidos políticos, la cortina de humo del poder real, ya no se la cree nadie. Un argumento defendido por uno pasa a la boca del contrario en menos de lo que canta un banquero en sugerirlo o tras un mal día de bolsa. Como siempre, los filósofos ya sabían esto hace tiempo y sus palabras parecen haber sido escritas hoy mismo, como en el caso de Schopenhauer, quien define al Estado como: “esa obra maestra del egoísmo inteligente y razonado”. A propósito de Wikileaks también nos valen las siguientes palabras de Schopenhauer refiriéndose a cuando queda en evidencia lo que oculta el Estado: “se verán estallar a la luz del día los apetitos insaciables, la sórdida avaricia, la falsedad secreta, la perversidad, la perfidia de los hombres”. No queda mucho más que decir, la infamia está servida desde hace mucho tiempo en la forma de una gran pantomima que sufrimos cada día esperando que alguien nos redima de la fatal soga que dirige nuestras vidas, es decir: la estructura del poder organizado, la mafia legal cuyos juegos en la sombra cincelan el mundo en que vivimos. La verdadera infamia ha sido decir que había una crisis cuando lo único que había era una necesidad imperiosa de mayor poder y control sobre el individuo.


Diario La Verdad, 05/12/2010

viernes, 3 de diciembre de 2010

Balada del amor triunfante

Me dejé en ti la vida entera
sombra de mis ruinas y herida de mis luces
caminé por tus susurros
como el viento por el agua
sin tocarte, sin tenerte
pero viéndote pasar
Caminé contigo y sin ti
en tu voz que olvidabas
y yo recordaba en soledad
haciéndote inmortal
Caminé contigo, amor,
olvidándome a mí mismo,
siendo en ti, muriendo en ti,
callando en ti
La palabra no alcanza
este canto silencioso
del alma
La muerte quiere llegar
pero se olvida
porque también te ama
Me dejé en ti la vida entera
y aún no muero, no,
de amor no muero
porque de amor
no hay muerte
que nos mate
La vida es de los amantes
La muerte no es de nadie
Te quise una vida entera
y aún te amo, porque de amor
no se muere, aunque nos maten.

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